En Casa Lobo, Arellano y Bishop se han propuesto recuperar platos que se han servido durante décadas en los restaurantes madrileños de principios del siglo pasado. En su carta, podemos encontrar entrantes como el Paté fino de ave y foie gras al oporto con pan de pueblo, recomendado para compartir; los Soldaditos de Pavía, elaborados con bacalao; los Callos a la madrileña; o un Pulpo al Josper que se acompaña con romesco y ajos tiernos; o el Cochifrito de orejitas de lechón al aliño de miel y chorizo picante. En los principales destacan propuestas como el Lenguado al estilo Meunière con mantequilla tostada y alcaparras; los Canelones de rabo de toro estofado con muselina de alcachofa de Jerusalén y tuétano; el Taco de lengua de ternera fundente con cebolla confitada y alcaparras; la Pluma Ibéricacon especias morunas y piquillo confitados; o un destacable Entrecot de vaca madurada. Todos ellos, elaboraciones del recetario tradicional madrileño que el chef ha actualizado para Casa Lobo.
En la parte dulce, Arellano propone un viaje a nuestra infancia con postres como el Arroz con leche y estofado de arándanos; la Pavlova de fresas de Aranjuez con chantillí de vainilla; una versión del famoso Pijama, flan de huevo y conserva de melocotón; o unas Natillas tradicionales. La bodega del restaurante recoge más de 400 referencias de vinos, en su gran mayoría españoles. Además, para terminar la experiencia, la casa propone una larga sobremesa en la que disfrutar de su carta de cócteles hechos a medida para cada comensal en la barra oval de Lobbyto, el otro gran espacio de Gran Hotel Inglés en su hall principal.
En cuanto a la sala, el interiorismo del restaurante es un proyecto de la reconocida agencia Rockwell NY. Para crear una atmósfera acogedora se han utilizado colores oscuros, materiales como el cuero y decoraciones con grandes espejos en las paredes. El espacio cuenta, además, con un ventanal que deja la cocina a la vista de los comensales, ofreciendo un showcooking continuo durante la cena.