No hay profesión que genere más sentimiento de pertenencia que la hostelería. Solo un hostelero es capaz de reconocer las sensaciones, preocupaciones y alegrías de otro hostelero. Levantar el cierre antes de que salga el sol sin saber cuándo lo vas a bajar. Memorizar sin problema lo que desayunan o toman de aperitivo cientos de clientes. Atender siempre con buen humor pase lo que pase por dentro. Descontar mentalmente cada producto que se sirve para saber exactamente cuándo hay que hacer el pedido para reponerlo.
