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Tras casi dos años cerrado, Wittmore Hotel reabrirá sus puertas el próximo 10 de febrero con un nuevo concepto que bebe de su ubicación en el barrio Gótico de Barcelona, concretamente en los arrabales de la primera muralla de la ciudad condal. Así, Wittmore conserva ese espíritu de libertadpropio de las zonas de extramuros y se inspira en los locales de diversión donde se concentraban las personalidades más creativas de la cultura local y las casas burguesas de la sociedad catalana más vanguardista.

El hotel quiere ofrecer a un cliente de nueva generación un enclave donde divertirse de la mano del talento de nueva ola de la ciudad, al que intentará dar voz a través de diferentes actividades. Con la personalidad de un speakeasy y la filosofía de un salón cultural del siglo XIX, Wittmore es un lugar de mente abierta destinando a dar voz a las todas las disciplinas artísticas y culturales.

Aquellos que se alojen en la Suite tendrán a su disposición la Roofless Suite o, lo que es lo mismo, tendrán la oportunidad de vivir la experiencia de dormir en la terraza del hotel, así como de disfrutar de sus instalaciones de manera totalmente privada durante las horas en que esta permanece cerrada a los huéspedes. Para ello, el hotel proveerá de una cesta con todo lo necesario para «acampar» en la azotea.

Una creación cuidada

El interiorismo del hotel ha sufrido cambios sutiles encaminados sobre todo a eliminar el acento británico del antiguo hotel para dotar de un carácter más cercano a los espacios. La reforma, obra del estudio Septiembre Arquitectura, hace uso de materiales naturales como la rafia con la que se tejen los paneles que presiden la biblioteca, a la vez que trabaja para incrementar la funcionalidad de los espacios, como el nuevo comedor del restaurante en el que las mesas se elevan y las butacas se transforman en cómodas sillas.

La zona de recepción, por otro lado, invita a mirar las entrañas del proyecto gracias a los dibujos que recubren sus paredes y que recrean las manchas de masilla que se hallaron al arrancar el papel que recubría la estancia. Finalmente, la azotea, con una ubicación privilegiada sobre el barrio más antiguo de Barcelona, estrena también paisajismo, con una vegetación propia de las riberas de los ríos catalanes que se adapta a las distintas estaciones.

Propuestas diferentes

El Restaurante Contraban, alma del hotel y lugar de encuentro de la creatividad tanto foránea como local, ofrece una carta inspirada en las emociones que surgen durante el proceso creativo. Así, el chef Alain Guiard ha plasmado con sabores y texturas sensaciones como la «impaciencia», representada por una selección de platos rápidos de servir y comer como los Fiambres artesanos, panceta de cerdo chicharrón, pies de cerdo con pistachos y pickles; la «libertad» con bocados que puedan tomarse a cualquier hora como la Tarta/brioche Michelangelo con tomate picante, ricota, hinojo y chorizo ibérico o el Sándwich/almohada de rabo de buey con queso crema de olivada; «en blanco» con combinaciones sencillas de sabores que ayuden a salir del bloqueo como la Berenjena escalivada con miel de pino y piñones o la Coliflor al horno al limón y tahini; la «exitación creativa» con diferentes carpaccios muy visuales que permitan ser trabajados casi como lienzos como el Carpaccio de remolachas, céleri, nabo negro, rabanitos, trufa negra, flores y hierbas; la «frustración» con recetas que para poder ser disfrutadas requieren de la intervención del camarero para romper esa «frustración» representada en obstáculos comestibles como la Remolacha cocinada en costra de arcilla, servida con queso crema y salsa trufa; la «sorpresa» con platos inesperados como el Filete «Atún rojo» Rosini, parmentier de cebolla y espinacas glaseadas; y la «nostalgia» con recetas que evoquen a la infancia como el Canelón de «rustido» con trompetas de la muerte, soubise de foie-gras y los Macarrones del cardenal con secreto ibérico y bechamel de parmesano. Los postres, por otro lado, responden también a diferentes momentos creativos como el Recuerdo del polo Drácula que representa la inspiración.

Además, con una propuesta gastronómica diseñada para divertir a través del atrevimiento y de la conversación, la carta de bebidas ofrece desde cócteles de autor, hasta vinos extraños que solo esstán unas semanas en la carta. 

Wittmore establece también alianzas con empresas locales que sumen valor y contenido al proyecto, como Odd Kiosk, un espacio queer en que pueden encontrarse las mejores revistas indie y LGTBIQ+, o Terranova, una pequeña editorial con sede en Barcelona que fue creada con la intención de dar voz a toda una generación de artistas que surgieron y se formaron en los márgenes de las corrientes culturales mayoritariamente aceptadas. Los ejemplares tanto de Odd Kiosk como de Terranova podrán encontrarse en la biblioteca del hotel, ubicada en el espacio del restaurante. Por otro lado, los chocolates que se dejarán por la noche en las habitaciones serán de LOT Roasters, chocolates Bean to Bar producidos en Barcelona con cacao de único origen, nativo del Amazonas y los Andes del Perú.

Finalmente, la reapertura del hotel coincide con Sant Valentín, fecha que el hotel reformula con un concepto mucho más actual e inclusivo, el Polyvalentine. Así, si reservan para cenar un número impar de comensales, el hotel regala un cóctel a cada uno. Además, entre todos aquellos que cenen en Contraban las noches del 11, 12 y 13 de febrero, una mesa será elegida por sorteo para dormir esa misma noche en el hotel.