Los hermanos Hernández han creado Moemia. Una mezcla de cocina viajera que tiene como base la Madrid más castiza. Sabores de la infancia, recuerdos de algunas recetas que hacían con su madre, platos que aprendieron a cocinar durante su formación en Perú, Singapur, Malasia. Un recorrido que se refleja en una carta divertida, informal y llena de sabores.
El Pepito de ternera, los Callos, la Oreja, las Alitas de pollo, componen un mix de platos tradicionales madrileños llenos de historia. Otros como el Torrezno Koreano, el Bao de Panceta o las Costillas de cerdo glaseadas en Wok hacen alarde de las fusiones más divertidas entre recetas españolas e ingredientes y técnicas asiáticas y de algunas zonas de Latinoamérica.
También se pueden encontrar platos tan internacionales como el Tiradito de Corvina y vieira con aliño nippon, el Ceviche mixto clásico, los Bocaditos de pez limón con curry massaman o los Tallarines saltados al wok con marisco y verdura; entre otros.
En el apartado de postres además de la ya famosa Tarta de queso de los hermanos Hernández, y otros bocados, tres recuerdos de infancia como son el Kinder bueno, el Bollycao y la Pantera rosa, versionados de una forma muy personal. Un delicioso pecado que no pasarán por alto los más golosos.
En el apartado de vinos, y como se merece una buena barra, una amplia propuesta por copas: espumoso, generosos y dulces, blancos, rosados y por supuesto tintos. Un recorrido por distintas denominaciones de origen que acompañan a la perfección a los platos de estos cocineros tan inquietos.
Un local con personalidad
En cuanto a la decoración, están presentes los dorados y cobres que recuerdan a las tabernas ilustradas de los años 70-80. Los uniformes del personal de sala abotonados y con un toque clásico muy característico de la época son otro detalle más. Una gran Menina pintada en la pared con la técnica del grafiti preside el local, un guiño a su Madrid natal. El resto del espacio está lleno de carteles de antiguos anuncios de productos tanto españoles como de otros países dándole un aspecto retro. Al salir del local, un gran mural de dos niños de espaldas cogidos de la mano mirando al horizonte, que evocan a los hermanos Hernández.